Las Sombras de la Maternidad


LAS SOMBRAS DE LA MATERNIDAD





La maternidad es una de las mejores experiencias que muchas mujeres viven. Sin embargo, por experiencia propia os puedo asegurar, que algunas la ven como uno de los desafíos más difíciles y más largos de sus vidas.
Podemos ver la belleza en la creación de la vida, la alegría cuando somos testigos del crecimiento de un niño y cierto temor al ver florecer su personalidad.
No obstante, las madres también pueden sentir dolor, miedo, aislamiento e incluso arrepentimiento.
La mayoría de las mujeres desean tanto ser madres perfectas que se presionan demasiado para lograrlo y esa misma presión es transmitida a sus hijos. No quieren revelar sus luchas y esos sentimientos que para muchas personas no son aceptables porque no las hacen dignas de la maternidad.
Todo ese lado oscuro de la maternidad se convierte en una sombra que a muchas madres les cuesta compartir, pero realmente es necesario saber que estas cosas son normales y al compartirlas, se genera un alivio del estrés dando paso a la superación de sentimientos negativos.
A veces, escuchar de otras madres "yo también", es todo lo que se necesita para procesar el cumulo de emociones que se tiene. En otras ocasiones, simplemente se necesita más apoyo y menos critica, solo que no podrás encontrar apoyo sin ser honesta con quienes te rodean.
La experiencia de cada madre es diferente y sus sentimientos varían durante las diferentes etapas de la maternidad. Probablemente todas estas cosas sean ciertas para ti, o tal vez no estés pasando por ninguna de ellas ahora. Pero para muchas, algunas de estas verdades son reales y difíciles de compartir.

Arrepentida de ser madre
Puedes estar lamentando el tiempo, las circunstancias o incluso la maternidad. Esta no es una sensación que las madres sienten la mayor parte del tiempo, pero si llegan al punto de cuestionarse la decisión de ser madre, tal vez a las 2 am cuando el bebé comienza a llorar.
Quizás suceda cuando nuevamente es hora de comprar más pañales. O tal vez cuando tus amigos te invitan a salir, pero no puedes ir.
Esto no significa que no ames a tu hijo. Y es posible que nunca escuches eso de otras madres porque no son lo suficientemente valientes como para admitirlo, pero es normal preguntarse si realmente era el momento de convertirse en madre.
Yo he pasado por esa fase e incluso hoy en día tengo momentos malos en los cuales todas estas preguntas y dudas se me pasan por la cabeza.


Posiblemente haya cosas en el comportamiento de tu hijo que no te gusten nada
Para ser honesta, no debes despreciar nunca a tu hijo. No obstante, puede haber algo que no te guste de su comportamiento.
Antes de tener hijos, seguramente nunca se te paso por la mente que pudiera haber cosas que no te agraden de tu futuro niño "inocente". Jamás imaginaste sentir rabia, y mucho menos hacia tu propio hijo.
Sin embargo, si ves a tu hijo montando una escena cuando no recibe lo que quiere, tratando mal a su hermana, o si vuelve a mentirte aun cuando sabía que eso estaba mal, entonces puedes despreciar el comportamiento de una manera que nunca creíste posible.


Podrías interrogar a tus padres de una manera que nunca lo hiciste antes
Cuando llegan los hijos, puedes reevaluar tu infancia como nunca antes. De cierta manera, te permite apreciar los sacrificios que hicieron tus padres, sus errores de paciencia y las razones de algunas de las decisiones que tomaron sobre la crianza.
Por otro lado, tener hijos puede darte una comprensión diferente de las lecciones que te dieron tus padres. Quizás sucede cuando a las 2am donde estas amablemente meciendo a tu pequeño para que vuelva a dormir y recuerdas que los golpes fueron parte de tu aprendizaje para conciliar el sueño. Tener tus propios hijos puede reabrir viejas heridas.


Entiendes cómo los padres pierden la paciencia
Antes de tener hijos, nunca pudiste entender el “síndrome del bebé sacudido”. Jamás comprendiste cómo una madre podría ser abusiva. Después de tener hijos, te das cuenta de lo agotador que puede ser física y mentalmente. Cómo los gritos pueden ser penetrantes. Cuánto puede poner a prueba tu paciencia un niño pequeño. Y cómo un niño puede oponerse a todo.
Como madre sensata, encontrarás formas de sobrellevarlo, que nunca incluirán el abuso. Pero ahora te das cuenta lo difícil que podría llegar a ser y que los padres inestables realmente explotan delante de sus hijos.


Tu pareja puede convertirse en un compañero de piso
Quizás recuerdes cómo algunos padres de tus amigos se divorciaban cuando comenzabas o terminabas la secundaria.
Hasta probablemente viste cómo el matrimonio de tus propios padres se derrumbó una vez que el pegamento de la crianza desapareció.
Realmente, hay muchas razones por las cuales los matrimonios puedan disolverse. Pero muy a menudo los padres están tan envueltos en la crianza de los hijos que se conviertan en simples compañeros de piso. Rara vez es una elección consciente.
Si no haces que tu relación sea una prioridad corres el riesgo de perder a tu pareja.


Podrías luchar con quién eres como madre
Todos tenemos ideales de crianza perfectos, hasta que nos convertimos en padres.
Seguramente planeaste amamantar a tu pequeño hasta que se destetara solo. Prometiste que nunca ibas a gritar, que serias parte de la cooperativa preescolar, ayudarías en cada venta de pasteles del comité de padres, incluso que serias la mejor amiga de tu hija.
Después tuviste un hijo y…
Te cansaste, así que destetaste a tu hijo antes de lo planeado. Tal vez simplemente no tuviste tiempo para participar en la cooperativa, porque llego un segundo hijo con grandes necesidades. Y tal vez no podías estar en la venta de pasteles porque necesitabas cubrir horas extras en el trabajo.
No importa cuales eran tus planes y tus ideas, seguramente la maternidad es un poco diferente a lo planeado, y luchas con quién eres realmente como madre. O quizás estas cumpliendo con tus ideales de crianza, y ahora te das cuenta que no son tan satisfactorios como esperabas, y no hay tanto aprecio por el esfuerzo que haces.


Poco tiempo y mucho agotamiento
El trabajo, las responsabilidades de la casa, hacer las compras y el mundo acelerado que nos rodea, hacen que los padres vivan a toda prisa en una lucha contra el tiempo. 
Para las madres, la preocupación y el agotamiento son más común de lo que creemos, y aunque también algunos padres lo sufren, son las mujeres las más afectadas, porque en su mayoría, son quienes más tiempo pasan con el bebé y llevan el peso de todas las responsabilidades domésticas.
El estrés prolongado, tanto en factores emocionales como en los interpersonales, se presentan con la llegada de un bebé y aunque para muchos es una etapa normal, muchas mujeres se sienten únicas en el mundo con tanto peso.
Las presiones que se viven resultan de todos los frentes: social, laboral y familiar. No basta con tener días extenuantes sino también noches en las que dormir de un tirón es una fantasía. No hay tiempo para tomar una ducha y anhelas que el bebé se duerma para descansar. Y al final, en vez de dormir tomas ese tiempo para hacer otras cosas.

La preocupación por el cuidado del bebé agobia la mente, que los cólicos, que si le da fiebre, que si el pecho a demanda, etc... A todo eso se le se suma la presión laboral para quienes tienen un trabajo fuera de casa y no puede faltar la presión social de ser "una madre perfecta", lo que agrava aún más esa horrible sensación de frustración.


Hay muchas ,sombras’ en esto de ser mamá, yo las he vivido y las sigo viviendo con mi hijo. Al principio pensé que nunca mejoraría y que nunca volvería a ver la luz. Sigo luchando, pero os puedo asegurar, que en cierta forma se compensa con los momentos buenos y muy poco a poco habrá cosas que mejoran y una aprende a sobrellevarlo un poco mejor.






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